Casi 10.000 contenedores marítimos caen cada año en el océano desde los buques de carga, según estiman algunas fuentes.
Aunque la World Shipping Council (Consejo Mundial de Transporte Marítimo), cuyos miembros representan el 90% de los buques de carga mundiales, respalda que como máximo se pierden una media de 350 contenedores al año.
Estos accidentes, suponen una gran pérdida financiera, además, de una derrama logística y física.
A nadie le gusta perder una carga, sin embargo, algunos de los accidentes llegan a tener un lado curioso e incluso positivo.
Era enero de 1992 cuando el buque Ever Laurel se dirigía a Tacoma, Washington, tras haber salido del puerto de Hong Kong.
En mitad del Océano Pacífico se desencadenó una tormenta que hizo que el barco perdiera doce contenedores de cuarenta pies.
Con los contenedores, 29.000 juguetes de goma para niños se perdieron entre las olas. Entre ellos había tortugas, ranitas y los famosos patitos.
A diferencia de la mayoría de juguetes de baño, estos no tenían agujeros, con lo cual, los 29.000 muñecos siguieron flotando por el mar como mínimo durante los siguientes veinte años.
El accidente podría haberse visto como un desastre ambiental, sin embargo, fue el punto de partida de uno de los estudios oceanográficos más interesantes de todos los tiempos.
Los juguetes y una construcción flotante se convirtieron en los elementos perfectos para que los oceanógrafos estudiarán las corrientes de la superficie del océano.
De hecho, descubrieron que esos juguetes eran mejores que las casi mil «botellas a la deriva» que solían soltar para realizar este tipo de estudios.
El descubrimiento
Los patitos de goma eran duraderos, fácilmente identificables y se desplazaban en cantidades lo suficientemente grandes como para proporcionar una gran cantidad de datos.
Gracias a sus características, los oceanógrafos de Seattle, Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham, pudieron seguir los muñecos durante las siguientes dos décadas.
Éstos fueron avistados desde Alaska hasta Sudamérica, Nueva Inglaterra e Islandia.
En este gráfico de la CNN puedes ver la trayectoria de los juguetes de goma.
En su momento, este suceso cautivó la imaginación de la sociedad. Libros infantiles, canciones y películas han contado la historia de estos juguetes a la deriva que ayudaron a los científicos.
Años después y blanqueados por el sol, su valor económico se ha disparado. Los juguetes que probablemente hubieran costado menos de un dólar la unidad, ahora alcanzan cifras de hasta 1.000$.
Otras cargas perdidas y rastreadas
Los patitos de goma no han sido las únicas cargas curiosas de la historia perdidas en nuestros mares.
A lo largo de su trayectoria profesional, Ebbesmeyer e Ingraham también han rastreado otra carga perdida flotante como por ejemplo: 61.000 zapatillas Nike, 34.000 guantes de hockey y 5 millones de piezas de Lego.
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